El 8 de marzo volverán a escucharse reivindicaciones legítimas por parte de las mujeres, que ambicionan con razón un trato igualitario en todas las dimensiones del ámbito laboral, incluyendo la protección contra los abusos o la reducción de la brecha salarial. Pero también demandan conciliación, mediante fórmulas que no disuadan la natalidad y no afecten a su carrera de cotización, de partida más corta y desigual.
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